Estela de Castro, gran fotógrafa y amiga

«Hay fotógrafos haciendo cosas interesantes, pero no sé si cuando tengan 80 años hablaremos de ellos»
Luz natural, pose relajada, cámara de medio formato. Éstos son los ingredientes habituales que maneja Estela de Castro en sus sesiones de retratos a fotógrafos. Y es que el grueso de trabajo de esta madrileña del colectivo Diafragma son sus retratos a fotógrafos españoles que han dejado su huella en la iconografía del país. Su inmersión en el género también le ha llevado a trabajar con personas anónimas en un periférico barrio de Madrid. Pero lejos de encasillarse, de Castro ha documentado temas más clásicos desde un punto de vista personal, como la enfermedad de su hermano.
¿De qué forma te viste inmersa en la disciplina del retrato?
Desde muy pequeña me relacioné con la fotografía a través de mi padre. Él siempre hacía muchas fotos de familia. A los doce años, durante una sesión de fotos con mis amigas en la que jugábamos a ser modelos, se me ocurrió que podría estar bien esto de ser fotógrafa. Empecé entonces a jugar con una cámara compacta. Pero no fue hasta tres años después que comencé a estudiar en Look, una escuela de fotografía que me fui costeando con trabajos y algún premio que gané.
Lo de acercarme al retrato tiene algo que ver con las fotos que siempre había por casa. No recuerdo haber visto fotos donde no hubiera personas, con lo cual retratar a la gente me parecía algo familiar y natural.

¿Qué te permite expresar el retrato que no lo haga otro género?
El retrato me permite un acercamiento brutal con el ser humano. Hay personas muy herméticas y hay otras que te dejan mirar por un agujerito en su interior, por el que se muestran tal y como son. Poder fotografiar su esencia o su estado emocional me resulta muy interesante. El retrato me permite expresarme tal y como soy. Con ningún otro género siento esa conexión.
¿Cómo afrontas un retrato?
Normalmente primero lo afronto con bastante confianza. Siempre pienso que la persona a la que voy a retratar me lo va a poner fácil y me va a dejar ver esa parte que me interesa, la que es de verdad y en la que no está manteniendo una pose artificial.

«Aunque sean fotógrafos no los siento como mis compañeros. Yo los veo como como maestros. Son los que ya forman parte de la cultura visual de este país»
Tienes un trabajo muy sólido sobre otros fotógrafos. ¿Por qué te llama la atención retratar a compañeros de profesión?
Compartir tiempo con ellos, su espacio, sus experiencias, saber cómo llegaron a ser fotógrafos y consiguieron tener su propia mirada me aporta muchas cosas, primero como fotógrafa y segundo como persona.
Es también una manera de poner a prueba mis fotos, porque después de hacérselas se las tengo que enseñar. Es más, les llevo una copia en papel y al final están opinando sobre mi trabajo. Todas esas opiniones que recibo por su parte hacen que crezca como fotógrafa.
Aunque sean fotógrafos no los siento como mis compañeros. Yo los veo como como maestros. Son los que ya forman parte de la cultura visual de este país, los que nunca van a morir porque sus imágenes nos acompañarán para siempre.

«Una de las grandes ventajas que tiene retratar a fotógrafos es que respetan tu trabajo y no te dicen cómo tienes que hacer las cosas»
Todo fotógrafo sabe que cuando alguien posa para un retrato intenta gustar a la cámara o mostrarse de una manera en particular. ¿Cómo se comportaron los compañeros o maestros a los que retrataste?
La verdad es que hasta ahora creo que ninguno se ha preocupado mucho por salir bien. Eso es al menos lo que me transmiten. Se preocupan por la luz, eso sí, pero no por mantener una pose.
¿Vas a fotografiarles con una idea concreta en la cabeza o esperas que ellos te den la foto durante la sesión?
Mi idea es siempre la misma: que las fotos se hagan en su espacio personal con luz natural. Es lo único que tengo claro. Lo demás va surgiendo.

«Me interesan los fotógrafos que ya han dicho algo en el mundo de la fotografía, que ya consiguieron un lenguaje propio y una mirada personal»
¿Qué fotógrafos te han dejado trabajar con más libertad y quién ha querido controlar más el resultado?
Bueno, creo que los que más libertad me han dado son los que me conocían con anterioridad y habían visto más fotos mías, pero en general todos me han dado libertad para escoger el sitio y la luz. Ninguno ha querido controlar el resultado. Una de las grandes ventajas que tiene retratar a fotógrafos es que respetan tu trabajo y no te dicen cómo tienes que hacer las cosas.
Describe a grandes rasgos tu forma de trabajar, el equipo que usas, la iluminación, el tiempo que te tomas, cómo seleccionas a los fotógrafos…
Utilizo una Hasselblad 503. Suelo disparar tres rollos de 12 [fotos] por fotógrafo. La iluminación siempre es natural; procuro elegir un espacio donde la luz tenga un cierto contraste. Suelo tardar una hora en hacer los tres rollos.
Me interesan los fotógrafos que ya han dicho algo en el mundo de la fotografía, que ya consiguieron un lenguaje propio y una mirada personal. Hay fotógrafos más jóvenes o menos conocidos haciendo cosas muy interesantes, pero no sé si cuando tengan 80 años seguiremos hablando de ellos, y sobre todo, no sé si seguiremos hablando de sus imágenes.

Tienes otra serie de retratos de gente en la calle. ¿Qué objetivo buscabas con esta serie?
Esta serie pertenece a un trabajo colectivo sobre Las Margaritas, un barrio de la periferia del sur de Madrid. Mi objetivo era mostrar las diferentes culturas que se encuentran allí, y qué mejor que hacerlo a través de las personas que viven en él. Me gustan los barrios multirraciales y ver cómo conviven en ellos personas de diferentes países.
Todos los personajes aparecen retratados con el mismo fondo, el mismo encuadre, la misma iluminación… ¿por qué igualar a personas que pueden ser muy diferentes?
Al utilizar un fondo neutro, sin ninguna información y una luz bastante sencilla, creo que estoy dando más importancia a esas personas. Mi intención no es tanto igualarlas entre ellas, sino enseñar que da igual de dónde venga cada uno, de qué nacionalidad sean. Para mí son todos iguales en ese sentido.
Siento respeto por cada una de las personas que viven en ese barrio, ya sean árabes, latinos o españoles. Me es indiferente. El simple hecho de que me dejen fotografiarles en plena calle, sin ni si quiera pedirme una copia de la foto que les estoy haciendo, me hace sentir una privilegiada.
El reportaje dedicado a tu hermano es un trabajo documental sobre una persona con graves problemas de salud. ¿Cómo te lo planteaste para hacerlo desde el punto de vista personal sin perder la perspectiva documental sobre la síndrome de Lennox-Gastaut?
Me lo tomo como un trabajo documental sobre un tema personal. Es parte de mi vida. Lo único que me planteaba era contar lo que estaba viviendo y sintiendo con esta historia. Mi idea es mostrar lo fuerte que es mi hermano y de alguna manera rendirle un homenaje.
«La fotografía me ayuda a llevar mejor la vida en general, pero en el caso de mi hermano puede que sea donde más me ha ayudado. Es mi manera de contar cómo vivo su enfermedad. Si no fuera fotógrafa no sé cómo expresaría tantas sensaciones»

En los momentos en el hospital, ¿la cámara se convirtió en un segundo elemento para relacionarte con él?
La cámara se convirtió en un espacio donde dejar escrito todo lo malo y lo bueno que me tocó vivir, primero como hermana y después como fotógrafa. Fueron muchas más horas de cuidarle que de fotografiarle.
El mayor elemento para relacionarme con mi hermano es el contacto físico: le encantan los abrazos. Pero sí que me sirvió para relacionarme con él, o más que con él, con su enfermedad.
¿Te ayuda la fotografía llevar mejor la enfermedad de tu hermano?
Sin duda. La fotografía me ayuda a llevar mejor la vida en general, pero en el caso de mi hermano puede que sea donde más me ha ayudado. Es mi manera de contar cómo vivo su enfermedad. Si no fuera fotógrafa no sé cómo expresaría tantas sensaciones. Me siento en paz cuando le miro a través de la cámara. Siento que me comunico de alguna forma con él. Mi hermano no habla y apenas entiende. Es como un bebé. La fotografía me permite acércame a él de una forma diferente, donde no importan las palabras.
Comentarios recientes